sábado, 14 de febrero de 2009

Ocho ideas para conseguir el parto soñado

Con frecuencia, las mujeres embarazadas fantaseamos acerca del parto. Nos preguntamos, sobre todo si es nuestra primera gestación, cómo será, qué sentiremos. A veces, lo idealizamos, y así hablamos de nuestro “parto soñado”. Otras, lo tememos y nos preguntamos si será como deseamos o si recibiremos la atención que esperamos. No cabe duda de que cada mujer es distinta, tiene distintos valores y experiencias, y por consiguiente puede tener expectativas distintas respecto al parto. En el hospital, en casa, con epidural o sin ella, con música o en silencio, en el agua o en una silla de partos… Tal vez estas ocho ideas te ayuden a ver más claro y llegar a tus propias conclusiones respecto al parto que TÚ deseas. Aunque siempre es bueno dejar la puerta abierta a la sorpresa y permitir que, llegado el momento, el instinto nos dicte qué hacer, qué buscar, qué evitar. Si vives en México, afortunadamente existen ya asociaciones de mujeres homeópatas y de otras medicinas alternas que pueden ayudarte a llevar tu proceso de embarazo y parto de la manera más natural y de acuerdo a tus deseos (si quieres saber más escribe a cereschina@gmail.com)

1. Infórmate y decide
La mayoría de mujeres carecemos de información sobre las diferentes formas de dar a luz, sobre sus ventajas e inconvenientes. Si buscamos esa información en los medios habituales (cursos de preparación al parto, revistas de gran difusión…) lo que generalmente se nos proporciona es una lista de aquello que “nos harán” al llegar al hospital, como algo inevitable y sobre lo que no tendremos ninguna capacidad de elección.
Y, sin embargo, debemos saber que podemos movernos durante la dilatación, parir de pie o en cuclillas si queremos, gozar del contacto piel con piel con nuestro bebé y acogerlo en el calor de nuestro cuerpo inmediatamente después del nacimiento. Podemos rechazar prácticas de rutina como la monitorización continua, los tactos vaginales, el goteo, la epidural, la posición tumbada, la episiotomía… Algunas de ellas, simplemente molestas e inútiles; otras, claramente perjudiciales.

2. Elige cuidadosamente el lugar
La mayoría de mujeres da por sentado que dará a luz en un hospital. En ese caso, visita el hospital, habla con sus comadronas, infórmate sobre sus prácticas habituales, valora hasta qué punto están dispuestos a flexibilizarlas para respetar tus opciones. Trata de obtener su porcentaje de cesáreas, de epidurales, de partos instrumentales, de episiotomías. A menudo, la duda es si acudir a un hospital público o a una clínica privada; pues bien, conviene saber que en las clínicas privadas se practican aproximadamente el doble de cesáreas que en los hospitales públicos. Esto significa que tal vez tengas el doble de posibilidades de tener una cesárea dependiendo del lugar que elijas para dar a luz.
¿Estás pensando en un parto en casa? Al contrario de lo que se suele pensar, varios estudios han demostrado que el parto en casa en los países del llamado primer mundo es tan seguro –o incluso más seguro¬– que el parto en el hospital, cuando se trata de partos de bajo riesgo tras un embarazo normal. En un parto domiciliario, la mujer goza de intimidad y libertad total, además del apoyo constante de al menos una matrona experimentada, mientras que en el hospital la intimidad es escasa o nula y no se disfruta de esa atención constante.
Sea cual sea tu elección, lo fundamental es que sea una elección personal y meditada, no fruto de presiones externas o del deseo de complacer a otras personas.

3. Elige quién te acompañará en tu parto
Más que pensar a quién le gustaría estar presente en tu parto (por ejemplo, a tu madre, tu suegra, o tal vez al padre del bebé), piensa quién quieres TÚ que esté presente en tu parto.
Parir no es un acto social, como tomar el té; es un acto mamífero, en el que necesitamos sentirnos libres de dar rienda suelta a nuestros instintos y dejarnos llevar por nuesta fisiología sin sentirnos observadas o juzgadas. De hecho, muchas mujeres dejan de sentir contracciones o estas se ralentizan cuando se sienten expuestas a miradas ajenas.
Pero, por otra parte, las “presencias deseadas” pueden tener un efecto beneficioso y hacerte sentir más segura y capaz.
Como en todo, los deseos de cada parturienta son órdenes, y cada una debería poder tomarse la libertad y la confianza de invitar o echar de su parto a cualquiera sin necesidad de justificarse por ello.

4. Busca el ambiente adecuado
El parto está gobernado por el sistema nervioso autónomo, el responsable del latido del corazón o de la respiración. Este sistema está dirigido por la parte más primitiva de nuestro cerebro, el hipotálamo. Para que el hipotálamo genere las hormonas necesarias para el parto, es fundamental crear el ambiente adecuado.
¿Cuál es ese ambiente adecuado? Para la mayoría de mujeres, se trata de un lugar donde instintivamente se sientan seguras. A algunas mujeres, los hospitales les hacen sentir inseguras y atemorizadas. A otras, en cambio, tener la tecnología al lado las tranquiliza y se sienten en buenas manos. Lo que es seguro es que el miedo nos hace producir adrenalina, y hoy se sabe que la adrenalina inhibe el parto, y puede frenarlo durante varias horas, hasta que desaparezca la sensación de amenaza.
Hay pequeños detalles que pueden ayudar a mejorar el ambiente hospitalario y propiciar que las hormonas responsables del parto hagan su trabajo sin añadirles obstáculos innecesarios. Algo tan sencillo como bajar las luces, caldear la habitación o poner tu música favorita puede contribuir a que disfrutes de un parto más fluido.

5. Movilidad, verticalidad y tiempo son las claves
Si nadie te impide que puedas moverte durante el parto, adoptarás de forma instintiva las posiciones que te proporcionen mayor alivio al dolor. Y no es por casualidad: precisamente esas posiciones menos dolorosas son las que favorece el paso de tu bebé a través de tu pelvis. El dolor, por tanto, es una guía para que de forma instintiva adoptes las posturas más fisiológicas para traer al mundo a tu bebé, que posiblemente serán distintas en cada uno de tus partos.
¿Y si pides la epidural? Por lo general, la epidural reduce tu movilidad, pero aplicada en dosis adecuadas no impide que puedas cambiar de postura durante el trabajo de parto, o incluso adoptar posiciones verticales si alguien te ayuda. También existe la llamada walking epidural que permite que te puedas mover sin dificultad y hasta deambular.
Por desgracia, lo más habitual es que las mujeres tengan que parir tumbadas sobre la espalda, o semisentadas como máximo: las posiciones menos adecuadas para dar a luz. En estas posturas, en efecto, se estrecha el canal de parto, de forma que el bebé tiene mucho menos espacio por donde pasar, y además tiene que salir en contra de la gravedad. Todo ello dispara las posibilidades de terminar en cesárea o parto instrumental.
Movilidad, verticalidad y tiempo son las claves para tener el máximo de posibilidades de un parto normal vaginal.

6. Mide tus fuerzas
A algunas mujeres se les dice que den un largo paseo para iniciar o acelerar sus contracciones, y a veces esta recomendación se toma tan a rajatabla que terminan caminando durante horas y horas, hasta acabar rendidas antes incluso de que el parto esté plenamente en marcha.
También hay parejas que no duermen desde que aparecen los primeros síntomas, de modo que cuando el parto va en serio, después de más de 24 horas sin dormir, ellos ya no pueden más.
Dar a luz puede ser una carrera de fondo, como una maratón. Trata de no agotarte demasiado pronto, y de descansar entre contracción y contracción, mientras te sea posible. Movilidad no significa movimiento constante, sino cambio de postura al ritmo que tu cuerpo te lo pida. No evidencia alguna de que moverte sin parar vaya hacer que tu parto sea más rápido o eficaz: mide tus fuerzas y reserva tus energías, puede que tengas por delante un largo recorrido.

7. Resuelve tus “asuntos pendientes” antes del parto
Algunas mujeres sienten que no pueden entregarse a su proceso de parto porque algún “asunto pendiente” de cualquier tipo las bloquea. El oleaje hormonal del parto saca nuestras emociones a flor de piel, y cualquier motivo de preocupación, disgusto o tristeza puede ser suficiente para entorpecer el proceso.
Trata de resolver tus asuntos pendientes, trabaja tu historia personal, tus traumas pasados, tus miedos. Haz las paces con quien tengas que hacerlo. Rodéate de personas que te hagan sentir bien, evita las que te produzcan sensaciones negativas. El resentimiento, el enfado o la pena no te ayudarán a dar a luz.

8. Prepara tu plan de parto y entrégalo
El plan de parto puede ser un instrumento de comunicación muy útil con los profesionales que te asistirán. Se trata de un documento elaborado por ti donde comunicas lo que deseas o lo que quieres evitar en tu parto. Puedes prepararlo, llevarlo a la consulta, y utilizarlo como guión para conversar con los profesionales sobre tus preferencias. Tómate tu tiempo para hacerlo; ello te dará la oportunidad de informarte y reflexionar sobre cada uno de los puntos para tomar en cada uno de ellos tus propias decisiones.

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