Alfredo Embid
En Estados Unidos el trastorno por déficit de atención e hiperactividad ADHD o TDAH ha aumentado espectacularmente en las últimas décadas. Entre 3% y 7% de los niños estadounidenses ya estarían afectados y los niños más que las niñas. Y esto no está sucediendo solo en Estados Unidos sino especialmente en todo el mundo occidental, (los africanos se contentan con tener hambre).
Ya hemos publicado anteriormente trabajos en los que denunciamos que este aumento esta motivado por el hecho de haber separado más los palos de la portería del diagnóstico. Ampliando los criterios para etiquetar a los niños de TDAH se diagnostican más y en consecuencia se venden más medicamentos. Una estrategia clásica del complejo médico industrial que en este caso es evidente.
Pero también existen evidencias de que la exposición a plaguicidas organofosforados es una causa del trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Teniendo en cuenta que estos pesticidas atacan el sistema nervioso de los insectos y que se detectan restos de ellos en la comida, además de en el aire de las regiones agrícolas donde se utilizan, no hay que extrañarse de que afecten al sistema nervioso de los seres humanos.
Unos cuarenta plaguicidas organofosforados están registrados en los Estados Unidos.
Los efectos más graves tienen lugar como sucede con todos los tóxicos químicos y radiactivos durante la exposición prenatal, es decir sobre los fetos que se están formando en el útero.
El año pasado la epidemióloga Brenda Eskenazi, y sus colaboradores de la Universidad de Berkeley y sus colegas publicaron un estudio realizado sobre más de 300 niños mexicano-americanos que viven en el Valle de Salinas. Este valle es una zona agrícola donde existe una mayor exposición a los pesticidas.
Eskenazi encontró que los niveles de productos de degradación o metabolitos de plaguicidas en la orina de las madres durante su embarazo era dos veces mayor y también en los niños después del nacimiento.
Luego estudiaron a los niños de edades de entre 3 1/2 años y 5 años para los trastornos de atención, utilizando los informes de las madres, el rendimiento en pruebas estandarizadas y las calificaciones de los examinadores. Tuvieron en cuenta para corregir los datos la exposición al plomo y otros factores de confusión.
El resultado mostró que cada aumento de diez veces en los niveles de pesticidas en la orina de las madres iba asociado a un aumento de cinco veces en los problemas de atención de sus hijos.
El efecto fue más pronunciado en niños que en niñas.
Tres meses antes un estudio de Harvard, centrado en el pesticida malatión, encontró que un aumento de diez veces en los niveles de pesticidas en la orina estaba asociado con un incremento del 55% en el TDAH.
Los investigadores dijeron que la mayoría de los niños en el estudio fueron expuestos al malatión a través de los alimentos. No es ninguna novedad, Eskenazi reconoció que “Se sabe que los alimentos son una fuente importante de exposición a pesticidas en la población general” y añadió “Yo recomendaría lavar bien las frutas y verduras antes de comerlas, especialmente si usted está embarazada”
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