miércoles, 4 de febrero de 2009

Estrés durante el embarazo: ¿puede afectar al bebé? Primera Parte


Dice Michel Odent, el prestigioso obstetra francés, que la principal preocupación de quienes rodean o atienden a una mujer embarazada debería ser velar por su bienestar emocional.
Y es que, a medida que avanza el conocimiento de la fisiología de la gestación, también aumenta la certidumbre de que el estado emocional de la madre es primordial para el desarrollo del bebé intrauterino e incluso para su salud futura.

A lo largo de los últimos años, diversos estudios han venido señalando que el estrés intenso durante el embarazo, por ejemplo por una fuerte presión en el trabajo, maltrato en la pareja, acontecimientos vitales como la muerte de un familiar muy cercano, o incluso el rechazo a un embarazo no deseado, puede tener importantes repercusiones, como veremos.

¿Significa esto que las madres son responsables de sufrir estrés y de transmitirlo a sus bebés? De ninguna manera. Lo más común es que la mujer embarazada no pueda hacer nada por cambiar su situación o las vivencias que sufre. ¿Debe sentirse culpable una mujer por ser despedida estando embarazada (cuando incluso es posible que la causa del despido sea el propio embarazo)? ¿Debe acusarse a sí misma de sufrir por la muerte de un familiar muy querido?
Por supuesto que no. Como mucho, podemos ser conscientes, antes del embarazo, de la importancia del propio bienestar. Quizás algunas mujeres podríamos mejorar nuestro estilo de vida para gozar de mayor tranquilidad durante el embarazo. Muchas no tendrán esa suerte. Por eso, es más bien la sociedad en su conjunto la que debería adquirir conciencia de la necesidad de proteger y velar por el bienestar emocional de las mujeres embarazadas. Por ellas y por sus hijos.

Parto prematuro y bajo peso al nacer
Una de las consecuencias del estrés materno intenso que se han señalado de manera más insistente durante la última década es la mayor incidencia de partos prematuros y bajo peso al nacer. Los estudios sobre este tema son tan numerosos que se han realizado varios artículos de revisión donde se resumen los conocimientos acumulados hasta la fecha (1) (2) (3). Por lo general, la hipótesis que manejan los investigadores es que los niveles elevados de hormonas del estrés asociadas con la depresión y ansiedad, como el cortisol, pueden reducir el aporte sanguíneo a la placenta e inducir un parto prematuro.

Estrés prenatal y muerte fetal
Por otra parte, recientemente se ha estudiado en Dinamarca el impacto del estrés psicológico sobre el riesgo de muerte fetal. Los investigadores han recopilado datos de 19.282 embarazos de un solo bebé, y han medido el estrés materno a las 30 semanas de gestación mediante un cuestionario estándar de salud mental. (4)

La muerte fetal (después de 28 semanas de gestación) ocurrió en 66 embarazos (0,34% de los embarazos). Las mujeres con niveles elevados de estrés tuvieron un riesgo aumentado del 80%, comparado con las mujeres con niveles intermedios de estrés. Es decir, si ocurrió en un 0,34% del total de embarazos, en el caso de mujeres con alto nivel de estrés ocurrió en un 0,61%. Como se puede apreciar, la incidencia sigue siendo muy pequeña y no debe ser una fuente más de angustia para las madres embarazadas afectadas de estrés, y que sufren por ello, pero resulta significativo: algo pasa con el estrés durante la gestación, y no conviene minimizar su posible impacto.

El estudio tuvo en cuenta la posible influencia de factores como la edad materna, número de hijos, el índice de masa corporal de la madre antes del embarazo, el consumo de tabaco, alcohol o café, el estado civil, y nivel de estudios, sin que ninguno de estos factores alterase los resultados. Tampoco cambiaron los resultados al excluir a mujeres con complicaciones durante el embarazo (diabetes, hipertensión, sangrado vaginal).

Este es el primer estudio que ha examinado los efectos del estrés prenatal sobre el riesgo de muerte fetal, e indica que los niveles elevados de estrés se asocian con casi el doble de riesgo de muerte fetal. Los autores consideran que el estrés, la depresión y la ansiedad se asocian con niveles elevados de hormonas del estrés, como las catecolaminas. En estudios con animales, se ha visto que los niveles elevados de catecolaminas coinciden con una reducción del flujo de sangre a la placenta y asfixia fetal. Aunque algunos hábitos, como el consumo de tabaco, pueden aumentar el riesgo de muerte fetal, y son más comunes en mujeres que sufren estrés, los investigadores tuvieron cuidado en controlar esta variable, sin que hubiera indicios de que afectara a los resultados del estudio. (4)

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